“El futbolista necesita tener un buen balance: tiene que mantener un cuerpo sano y atlético a nivel de la competencia…”

Muchas estarán ya hasta el gorro de oír, ver, oler e incluso respirar futbol, y es que ciertamente estamos a punto de vivir una temporada plagada de balones, banderas, gritos, triunfos y decepciones con el inicio de la copa mundial de la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociación), que no es cualquier cosa. En esta ocasión, mi post será un poco distinto – aunque no se aleja nunca del tema deportivo- quiero intentar, como un verdadero apasionado, transmitirles de una manera filosófica y hasta romántica, el porque muchos ( y muchas) como yo nos volvemos un poco locos con este evento.

Poco de lo que diga será crédito mío, seguramente lo he leído por ahí o por lo menos he hecho la reflexión en base a algo ya escrito, pero bueno, lo importante es poder analizar el “juego” y sus mas íntimos efectos.

Hoy en día el mundo del fútbol se ha transformado en una actividad dominante y que constituye ya inclusive, un idioma propio en todo el mundo. En una manera simplista es “un Juego entre personas”, sin embargo al igual que muchas competiciones deportivas por su naturaleza son expresiones del sentir humano, lo que despierta muchas semejanzas con la propia vida –aunque suene descabellado- esto nos ayudara a entender el porque de la euforia por este deporte, porque bien decía un filosofo del futbol, Manuel de Sergio: “Para saber de fútbol se necesita saber mucho más de la humanidad, no es sólo entender las prácticas en el campo”.

El hombre es un ente multifacético que se constituye principalmente de cuerpo-mente-deseo-naturaleza-sociedad (entre muchas otras) y que en todas sus facetas busca durante su vida la felicidad, a través del armonía de las mismas. En el fútbol, no es distinto, sin duda se juega con humanos los cuales intentan, a través del juego satisfacer y equilibrar estas facetas. Existe en la particularidad humana una búsqueda por un sentido de pertenencia, el futbol nos ofrece la oportunidad de identificarnos con un representativo (en este caso los países participantes), para solucionar esta inevitable afectividad que todos necesitamos.

El futbolista (que repito, es humano) necesita tener un buen balance: tiene que mantener un cuerpo sano y atlético a nivel de la competencia; precisa de una mentalidad franca para sobreponerse ante las dificultades durante el partido y claridad para dominar al adversario; requiere del deseo constante de triunfo; necesita de talento (naturalidad) para desenvolverse y sobresalir; pero sobretodo necesita de la sociedad con sus 10 compañeros para lograr su objetivo, ganar. Todas estas facetas son propias de su ser y son las mismas del ser humano. Como en la vida, el sujeto por si mismo busca una meta pero es prácticamente imposible lograrlo en solitario, es fundamental el asociarse y el co-depender de las demás personas, algunas dentro del campo de juego pero muchas otras fuera de el que influyen para conseguir el fin (La Victoria = La Felicidad).

La verdadera esencia de este deporte es el GOL, es el protagonista que hace vibrar tanto a jugadores como a los aficionados, pero, que sería de esa impresión estremecedora de sentirse cerca del objetivo sin personas que lo aprecien y lo vivan, me pregunto ¿realmente seria un GOL? No se puede concebir el fútbol sin GOL, como no se puede, de la misma manera pensar en un GOL sin emoción, sin alguien que se emocione. Es por eso que nosotros como publico aficionado somos indispensables para “el juego” porque sin ser los protagonistas del mismo, somos los encargados de darle vida al GOL, a ese indescriptible sentimiento que provoca un grito de máxima efusividad. Sin duda la pasión por el fútbol va mucho mas allá del propio hecho de que el balón entre o no a la portería, implica el interiorizar esa identificación con el equipo y apoyar desde nuestras trincheras los colores que nos despierten emociones y que nos hagan darle sentido al propio “juego” festejando el cumplir con el objetivo (en equipo jugador+aficionados), ganar.

Comenta un gran técnico de futbol argentino que: “No hay excusa para no salir a ganar se debe sentir la obligación de hacerlo en cada partido”, y es que la vida misma exige dar siempre lo mejor de cada uno y la intención no debe ser otra porque “Todo está permitido, menos dejar de luchar”. Esta lucha se da en primera persona por los jugadores, pero el fanático que le da sentido al triunfo se convierte en pieza fundamental. Ganar queremos todos, porque sólo los mediocres no aspiran a la belleza y el triunfo sin duda es hermoso, pero no siempre se alcanza lo cometido, constantemente hay fracasos, tropiezos, problemas, desatenciones, en fin múltiples dificultades en el camino que, como la vida misma, hay que sobrepasar y levantarse; se sufren las propias como las cercanas y al igual que en el futbol, se juegue o se apoye el superarlas supone un trabajo en equipo, una enseñanza y un nuevo objetivo.

Entiendo y respeto mucho a los que no comparten mi sentir, pero para mi el deporte va mucho mas lejos del simple hecho de distraer, entendiendo nuestra naturaleza, comprendemos que necesitamos de este tipo de eventos para complementar esas facetas de nuestra vida que nos ayudan a desarrollarnos y que nos complementan. Además nos entretiene, nos desahoga y nos hace olvidarnos al menos por 90 minutos de muchas de nuestras preocupaciones.

Después de muchas comparaciones, las dejo, espero que disfruten estos intensos y futboleros días apoyando, viviendo y sufriendo cada GOL de nuestra selección. Acuérdense que el verdadero corazón de este deporte, somos los aficionados (villamelones y expertos). ¡Hasta la próxima!